Decididos a encontrar las joyas perdidas, Diego y Bernardo visitan a un padre local con la esperanza de que pueda ayudarlos en su búsqueda, pero el viaje es en vano. Más tarde, cuando Carlos Murietta se queja al sargento García por el baúl perdido que tenía guardado en la curtiduría, Diego está más convencido que nunca de que las joyas las escondió Mordante antes de su muerte.