Liborio desaparece de su casa en pleno huracán. Reaparece al cabo de unos días hablando como un profeta y curando a los enfermos. No tardan en surgirle seguidores que lo acompañan a vivir en las montañas de la República Dominicana. Cuando Estados Unidos envía un contingente del Cuerpo de Marines para restaurar el orden y la paz en el país, Liborio es visto como una amenaza.