Scotland Yard detiene a un diplomático en el aeropuerto de Londres, acusado de dirigir una operación fallida de tráfico de drogas. Su ex-mujer, una bella profesora universitaria de quién se separó tras la muerte accidental de su hijo, recibe amenazas de muerte para evitar que el diplomático haga una confesión. Para garantizar su seguridad, ambos pasan a formar parte de un programa de protección de testigos, y son inmediatamente trasladados a Australia.