Por vez primera cambia el sexo del vampiro en la historia del cine. La condesa Marya Zaleska, miembro de la elite londinense, no es más que la hija del famoso aristócrata transilvano; lo cual nos es revelado a mitad del (breve) metraje, aunque sus afición al esoterismo y la brujería -y, por supuesto, el título- nos hacían sospechar ya dicha filiación.