Monty Kessler se sentía orgulloso de sí mismo. Había estudiado en Harvard, acababa de escribir su tesis de fin de carrera y sólo ambicionaba ser alguien en la vida. Hasta que un día, accidentalmente, las casi cien páginas de su valioso trabajo cayeron en manos de un vagabundo y, para recuperarlas, se vio obligado a hacer con él un pacto bastante extraño.